En los últimos tiempos, los jóvenes del Norte
han tenido la oportunidad de practicar la solidaridad internacional a través de
una serie de bolsas, prácticas algunas veces remuneradas otras no, y
facilidades en la formación para especializarse en las últimas técnicas y
procesos de gestión de proyectos internacionales para el desarrollo. Implicarse
con el desarrollo al internacional, está bien, pero esta lógica de solidaridad
no debería dejar a los jóvenes inadvertidos de toda la solidaridad que se puede
practicar localmente, empezando en la propia casa, en el barrio, en su ciudad.